Nada más despertarnos, nos dimos cuenta que nuestra noche no había sido igual para los dos. Mientras JM compartió una plácida noche junto a un nuevo amigo...un escarabajo, yo (Kiro) tuve una noche salvaje con un ejército de chinches (lo cual me dejó sin dormir en casi la totalidad de la noche). Esto demuestra una máxima en la vida del caminante, te puede tocar dormir en cualquier sitio, y así fue. Con este contratiempo, el cansancio acumulado del día anterior y lo temprano de la hora de levantarnos (6:00 hrs. de la mañana) nos invadió unas pequeñas dudas sobre nuestra capacidad de senderistas. Menos mal que, desde los primeros pasos de la caminata, fuimos superando esos miedos gracias a nuestra ilusión por empezar el "Camino de Santiago".
La etapa consistía en 27 kilómetros hasta Roncesvalles, de los cuales 23 km. eran de subida casi continua y los últimos 4 eran de bajada hasta el pueblo navarro. La salida de Saint Jean Pied de Port es a través de la puerta de España, y se toma la dirección Saint Michel, y la Rue du Maréchal Arizpe (gran cartel: Chemin de Saint Jacques). Juan nos acompañó con mucha ilusión los primeros 4 kilómetros pero, a partir de ahí, tuvo que bajar el ritmo debido a una lesión que tuvo anteriormente y le prohibía ir a mayor velocidad. Su estado físico no era el adecuado y, creyendo que lo volveríamos a ver en los siguientes pueblos, quedamos con él para vernos después.
Los primeros pasos del camino nos lo tomamos a un ritmo bastante relajado, todo lo contrario a muchos peregrinos que iban a un ritmo tan elevado que parecían que estaban compitiendo. Nosotros fuimos inteligentes desde el principio y fuimos a un ritmo constante durante toda la etapa, cogiéndolo como costumbre en las etapas siguientes. A pesar de que había mucha gente para desayunar, ya que solo habíamos comido unas naranjas que habíamos comprado el día anterior (hay que tener en cuenta que en este pueblo no hay nada abierto a esas horas tan tempranas, con lo que uno debe comprar algo de avituallamiento el día anterior). El desayuno es muy importante para tener energías suficientes y afrontar las etapas correspondientes, por ello esque nos podían adelantar, siempre conseguíamos cogerles de nuevo mientras descansaban, con lo que pensamos en seguir con ese ritmo constante sin esos altibajos que provocaban el tener que parar cada cierto tiempo. Por ello recomendamos ir a un ritmo constante, aunque no sea a gran velocidad, que caminar con continuos cambios de ritmo.
En el kilómetro 6, llegamos a Honto, donde paramos en el albergue aconsejable desayunar antes de salir, y almorzar durante la caminata. Allí pudimos rellenar las botellas gracias a una fuente de agua potable.
La continuación del camino fue con una mayor inclinación, pero contrastaba con el magnífico paisaje verde y montañoso, formando una zona pastoril repleta de rebaños de ovejas, bovinos y caballos. Pasando por la tabla de orientación y el Refuge d´Orisson (donde se puede repostar) seguíamos disfrutando de la belleza del paisaje. Más tarde, en el kilómetro 13, llegamos a la virgen de Biakorri (llamada también d´Orisson) donde, haciendo una pequeña pausa, le dejamos objetos personales en forma de amuletos para que nos protegiese durante todo el camino. Volvimos al camino de carretera que dejamos, seguimos con la subida pasando por una alquitranada, y cogimos un camino verde para llegar a la cruz en el monte Leizar Atheka.
Se continúa bordeando el alambre de púas que se encuentra en el camino, y pasando por el monolito que nos indica los kilómetros que nos restan hacia nuestra meta ( 765 km. a Santiago de Compostela), llegamos hasta la fuente de Roland, justo en el momento que tenemos el primer contacto en el camino con una suave llovizna, la cual nos obligó a sacar los chubasqueros por primera vez ( y por suerte, no hubo muchas más).
Justo después de rellenar de nuevo las botellas de agua, cruzamos la frontera dejando atrás al país Galo, tal como hicieron otros muchos como los romanos, o el mismísimo ejercito de Napoleón.
Dejando Francia, nos encontramos con las ruinas d´Elizahar y subimos hasta el punto más alto de la etapa, el puerto de Lepoeder, donde es mejor evitar la bajada por el bosque que se toma por la izquierda (es el camino que utilizaban los romanos para invadir Hispania), e ir por el lado derecho, que es un camino más asequible y menos peligroso.
Los últimos 4 kilómetros son bajadas que, aunque agradecidas, son un infierno para nuestros pies cansados. Por primera vez, vivimos el "Síndrome de los últimos 4 kilómetros", los cuales se hacen eternos en todas y cada una de las etapas, sin poder ver el final.
No importa la cantidad de kilómetros que se hayan hecho antes, lo pero son siempre los últimos 4 kilómetros. Es un síndrome que le ocurre a la mayoría de los peregrinos y es totalmente psicológico, ya que el físico puede aguantar varios kilómetros más, pero la mente sabe que esos 4 km. son los últimos y quiere llegar mucho antes que los propios pies. Nosotros creíamos que podríamos controlar la cabeza y superar cualquier cosa aunque, en ocasiones que iremos contando, nos controlaba a nosotros y nos jugaba malas pasadas.
Proseguimos bajando por un sendero bordeando un riachuelo y cruzando un bosquecillo (imagen muy bucólica), dejando atrás el centro de ornitología y, sin darnos cuenta, nos encontramos de frente con la colegiata de Roncesvalles. Llegar a Roncesvalles fue una mezcla de sensaciones como alegría, alivio, descanso y satisfacción. Habíamos cumplido con el primer objetivo, y el sufrimiento valió la pena. Durante la etapa, comprobamos que el camino es como la propia vida. Hay momentos en los que se sufre, momentos de reposo, momentos de alegría, momentos de lluvias y claros, y momentos de bajadas y subidas; pero siempre se sigue hacia delante, no vale mirar atrás. Así es el camino y así es la vida. Fue una gran emoción superar el primer objetivo de nuestra "vida de peregrino".
Nada más llegar al pueblo, nos situamos en la cola para poder obtener el sello de la credencial y una plaza en el albergue. Dicho albergue es el refugio de peregrinos de Roncesvalles con 100 plazas, y solo hay dos duchas por sexo, ocasionando largas colas de espera. En nuestro caso, nos libramos gracias a nuestra picardía. Una de las cosas que nos sorprendió fue que los hospitaleros eran todos extranjeros (holandeses para ser más exactos), una tónica que se repitió en otros pueblos, de ahí la importancia de tener conocimientos de inglés, ya que siempre viene bien para poderse comunicar tanto con los hospitaleros como con otros peregrinos.
Roncesvalles es el comienzo del Camino de Santiago para muchos peregrinos que prefieren empezar desde España, y cuyo punto de partida es la "Misa del peregrino" de las 20:00 del día anterior donde el sacerdote bendice, en varios idiomas, el camino de todos los peregrinos para que puedan conseguir sus propósitos y les proteja contra los males de la aventura (lesiones, enfermedades, etc....aunque las plegarias a veces no resultan como uno se espera). Nosotros, a pesar de ser católicos, no somos muy practicantes pero, en esta ocasión no debíamos ser menos y fuimos a la cita disfrutando de la experiencia.
Después de la citada misa, compartimos cena con otros peregrinos y algunos
"bicigrinos" (nombre coloquial que se le da a los peregrinos que van en bicicleta), en el hotel-restaurante "La Posada", compartiendo primeras impresiones de nuestro comienzo de esta gran aventura. Tanto en este restaurante como en "La Sabina" realizan menús del peregrino por unos 9€ a dos horas diferentes (19:00 y 20:30). Esa noche degustamos pasta y trucha de Navarra.
Lo último que hicimos antes de acostarnos fue en percatarnos de algo importante, ¿Dónde estaba Juan?. A nuestro querido compañero de la primera jornada no le vimos cuando llegamos a destino y pensamos que sería por la cantidad de peregrinos que había en el albergue, por lo que la respuesta a esa pregunta la tuvimos que dejar para el día siguiente.
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