lunes, 26 de julio de 2010

"Hijos del Camino de Santiago". La llegada a S.Jean Pied de Port

El viaje, como teníamos previsto, comenzaba desde S.Jean Pied de Port, un bello y pequeño pueblecito de los Pirineos franceses donde confluyen las tres grandes vías jacobeas de Francia; la que partía de París, la de Le Puy, y la que venía de Vecelay.
El primer problema que nos encontramos para llegar a nuestro destino fue la dificultad en las conexiones. A pesar de tener que hacer escala por varios lugares y viajar con diferentes medios de transporte, había varias opciones para llegar a nuestro punto de partida. La más habitual es ir a Pamplona en avión, vía Madrid, y luego llegar hasta Roncesvalles en autobús. Desde allí se va a Saint Jean Pied de Port con el "taxi de los Pirineos" (una furgoneta de 9 plazas que cruza los Pirineos y se comparte con otros peregrinos). Es una buena opción pues se puede hacer en un día, partiendo por la mañana temprano y llegando a las 20:00 horas al destino, pero tiene un handicap: tiene demasiados cambios de transportes.
Otras variantes de esta opción es partiendo con el tren desde la capital Navarra y, tras hacer trasbordo de trenes en Irún o en Hendaya para llegar a Bayona , coger el tren que lleva desde esta ciudad francesa a S.Jean. Es un viaje más cómodo, aunque su dificultad es que los horariosno cuadran y se debe pernoctar en algún sitio. Por todo ello, decidimos eliminar las dificultades de ambas opciones e hicimos el viaje en dos días para, así, llegar más descansados a la primera etapa. Nuestro itinerario comenzaba en Bilbao, vía Madrid, e hicimos noche en el albergue Aterpetxea. Tal como demuestran las señales, Bilbao es un punto importante del "Camino de Santiago del Norte", por eso, creemos que nuestro comienzo fue totalmente original, ya que nuestra primera parada fue en un enclave de otro camino diferente al francés.
Al día siguiente, cogimos el autobús de Bilbao a Bayona llegando a media tarde a la "Place des Basques". Justo al lado se sitúa la oficina de turismo, en donde preguntamos la dirección exacta para llegar a la estación de tren. La dirección era sencilla, solo debíamos adentrarnos en la ciudad y cruzar por un puente que estaba justo enfrente pero, a consecuencia de nuestro cansancio, no fuimos capaces de ver el camino correcto y cruzamos por otro que estaba al lado contrario de lo que marcaba el mapa.
Tras esta equivocación, nos vimos obligados a caminar bajo un sol abrasador durante casi una hora para encontrar la dichosa estación de tren que estaba en pleno centro de la ciudad. Debido a esta mala experiencia, dudábamos de nuestras posibilidades de conseguir nuestro objetivo de llegar a Santiago, ya que sufrimos lo indecible; y aunque el día no se había acabado, deseábamos que terminase en ese mismo instante y esperar a que el día siguiente fuera mucho mejor.
A las 18:00, por fin, salimos con el tren de Bayona dirección Saint Jean Pied de Port. Durante el trayecto, al igual que al resto de peregrinos que iban en ese tren, nuestra excitación por llegar al comienzo de la aventura se hacia patente. Llegamos a la modesta estación del pueblo sobre las 20:00 y, como resortes, empezaron a bajarse todos y cada uno de los peregrinos que, como nosotros, querían obtener una plaza en algún albergue.
Jamás pensamos que, por la época en la que estábamos, hubiera esa competitividad por llegar los primeros y no encontrarse en la calle (suele pasar a menudo en los meses de Julio y Agosto, por la afluencia de peregrinos). Pero, después de cruzarnos todo el pueblo, adentrarnos dentro de la Ciudadela, subir por las calles medievales y llegar a la oficina de los "Amigos del Camino" ("Amis du Chemin", situada en la calle Rue de la Citadelle nº39), nos dimos cuenta de la mala hora de la llegada. Tanto el Refugio municipal como el albergue "L´Espirit du Chemin" (ambos albergues en la misma calle que la oficina) estaban completos, y eran los mejores albergues del pueblo. Por tanto, recomendamos que se llegue a S. Jean antes del mediodía, que es cuando aún hay plazas sin ningún problema.
Buscando alguna solución, preguntamos en algunas casas de vecinos que alquilaban habitaciones o camas, y nos encontramos con la segunda desgracia del día (¡Menudo comienzo!). Algunos de estos vecinos se aprovechan económicamente de estas situaciones que sufren los peregrinos desamparados, ya que ponen unos precios desorbitados que nadie controla ofreciendo una ínfima calidad.
Despues de un par de discusiones con algunos de estos hospitaleros "dudosos", volvimos a la oficina de amigos del camino. Ellos son los que ayudan a los peregrinos a encontrar camas en los distintos albergues, por lo que, a parte de los dos albergues mencionados anteriormente, tienen una lista de albergues de menor categoría y poco recomendables, pero que se convierten en la última esperanza para peregrinos como nosotros.
Mientras esperábamos, conocimos a otros peregrinos en la misma situación, lo cual hizo que comenzásemos una amistad. Algunos nos acompañaron hasta el final, y otros solo el principio, pero de todos tenemos un gran recuerdo. Entre estos peregrinos conocimos a Antonio de Cádiz, y a Juan de Bilbao; ambos coincidieron en el taxi de los peregrinos que les llevó al pueblo francés. El primero tenía como destino Santiago y, el segundo, terminaría en Burgos.
Una vez instalados en el albergue nos fuimos a cenar acompañados por Juan (con el que coincidimos en el albergue). Debido a la hora que era (más de las 22:00 de la noche), fue casi imposible encontrar nada abierto. Solo había un restaurante en dónde degustamos algo rápido para aprovechar el tiempo de sueño, ya que teníamos que coger fuerzas para el comienzo del camino. Muestro propósito era levantarnos a las 6:00 de la mañana pues la etapa prometía ser dura y larga...el día esperado por fin había llegado.

1 comentario:

  1. La verdad que leerlo asi como lo cuentas da sofoco solo pensar en ello,pero a la vez es gratificante que tuvierais fuerzas de seguir y poder asi contarnos vuestra experiencia,espero el siguiente capitulo.

    Gracias por tan bello relato.

    Abrazos

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